
10 nov 2024
En la mañanera, la presidenta Claudia Sheinbaum se puso su mejor traje de baño metafórico y anunció que, junto con el gober Julio Menchaca, se lanzan de lleno a la misión imposible de limpiar el Río Tula. Porque seamos sinceros, ese río ya no huele a rosas desde hace décadas, y alguien tenía que hacer algo antes de que las aguas negras cobren vida propia y pidan derechos de residencia.
El plan es sencillo (bueno, no tanto): la Comisión Estatal del Agua y Alcantarillado (CEAA) y CONAGUA Hidalgo ya andan haciendo sus estudios de agua para identificar quiénes son los culpables de la cochinada. Según Juan Carlos Chávez González, director de la CEAA, andan revisando con lupa (o más bien con microscopio) qué cosas raras flotan por ahí, desde residuos industriales hasta las misteriosas "sorpresas" de los drenajes municipales. Todo esto para que el plan de saneamiento no sea solo una lavada de cara y de una vez por todas se haga algo útil para los habitantes de la región.
Claudia Sheinbaum también aprovechó para lanzar una advertencia velada a las empresas locales: "No es posible que sigan haciendo de las suyas y tirando porquería al río como si fuera su basurero personal". Así que les tocará ponerse las pilas y cumplir con las normas ambientales, porque las multas vienen con todo.
El proyecto incluye la construcción de drenajes marginales y plantas de tratamiento, algo así como ponerle un "filtro Brita" gigante al río. Sheinbaum fue clara al decir que este trabajo conjunto con el gober Julio es la única forma de lograr un río limpio, o al menos, un río que no te dé miedo ver de cerca.
En semanas recientes, Menchaca ha estado reuniéndose con autoridades federales, acompañado de su escuadrón hídrico: Alejandro Sánchez García, secretario de Infraestructura Pública; Juan Carlos Chávez, el mero mero del CEAA; y Juan Evel Chávez, de la CAASIM. Juntos han estado afinando los detalles de estos proyectos de infraestructura, porque ya se dieron cuenta de que el problema no se va a solucionar solo, y eso de "hacerse de la vista gorda" ya no aplica cuando el agua que corre huele a más de lo mismo.
Así que ahora, con este plan de acción, el Río Tula está a punto de tener su makeover extremo. Esperemos que no solo se quede en promesas y que por fin veamos aguas que no se lleven los olores más oscuros de Hidalgo. Porque si algo está claro, es que el río merece dejar de ser el patito feo de la región y convertirse, por fin, en el cisne limpio y reluciente que todos queremos ver.